Un voluntariado en Miramar de Ansenuza llevado a cabo la semana pasada, unió los caminos de Ángel Grossi (34), empleado legislativo de la provincia de San Juan; Karen Sosa (31), trabajadora pública de la Municipalidad de San Isidro; Rodrigo Fernández (23), un enfermero de la provincia de Chaco; y Ezequiel Juani (38), empleado despachante de Aduana de Capital Federal.
Movidos por el deseo de realizar una travesía solidaria, los cuatro organizaron el viaje: partirían desde Miramar, el lugar que los hizo conocerse, y el punto de llegada sería México dentro de dos años. El objetivo: supervivencia, superación personal, pero también conocer e instruirse de la cultura de cada pueblo y ciudad de América que toquen a su paso. Pero no sólo eso, también se propusieron ir dejando una huella a través de acciones benéficas en las zonas más vulnerables que atraviesen, dejando donaciones y realizando trabajos voluntarios en pos de ayudar a los demás.
Con ideas claras, el objetivo firme, muchas ganas y convicción, el martes comenzaron a desandar el largo camino que los espera por delante. Ya pasaron por Balnearia, Marull, Villa Fontana y este viernes están llegando a La Para. Serán 8.700 kilómetros que se proponen transitar a pie, llegando a su meta en 2023.
La gente que los vio pasar se interesó por el desafío de los jóvenes aventureros y se van sumando, siguiendo su día a día a través de las redes sociales del grupo y apoyando con donaciones, ya que el grupo se solventa con los pequeños aportes económicos que reciben en cada lugar que pasan, otros les dan comida, agua o simplemente una palabra de apoyo por la gran meta planteada.
Para ayudarlos a ayudar, los interesados pueden enviar alimentos no perecederos y ropa en buen estado, a las distintas estaciones terminales de colectivos, donde retirarán lo que llegue y lo entregarán a las personas que más lo necesiten en cada punto del camino.
El trayecto contempla: Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Bolivia “y de ahí todos los países de la costa oeste hasta llegar a México”, explicaron en comunicación con El Diario del Pueblo.
Con un promedio de 15 a 20 kilómetros diarios, el grupo avanza a paso firme y sostenido, llevando solo sus mochilas, y durmiendo en carpas donde los agarra la noche.
Entre los trabajos que se proponen realizar en los pueblos, está barrer la plaza, pintar espacios recreativos, dejar las donaciones que vayan recibiendo.
Si bien al principio dar la noticia en sus casas, causó asombro y muchas preguntas, los jóvenes aseguran que sus familias los apoyan y acompañan en cada paso que dan, convencidos del objetivo de la travesía.
Para conocer más de esta historia y seguir el día a día de la travesía, como así también para sumar tu colaboración, seguilos en redes sociales.
Fuente: El Diario del Pueblo